De jaranas y entretenciones

Ilustre Hueveta nos dice: No es bueno ser soltero maduro

Se trata de lo que sigue. Hoy, yendo de un punto a otro de la ciudad me detuve en un negocio a cuyo dueño conozco para que me dejara “pegarme la corta”; a mi edad hay que cuidar el “postdata”, que la gente habitualmente llama próstata y cuya verificación periódica e insistente me hace pensar a mí y a otros acerca de la vida psíquica de los urólogos. Yo al menos los evito, y más aún si siguen como si nada en relación a la deriva que asumió a pie juntillas el sistema sanitario (o nazitario) desde el año 2020 hasta ahora.

Apeado de mi vehículo, me percaté de que a la entrada del boliche (de carácter técnico) su dueño conversaba animadamente con otra persona, dedicada al mismo negocio que él, y a quien también conozco, pero a la que no trataba desde hace alrededor de dos años. Era mi oportunidad para saludarlo. Se trata de un tipo algo retraído, reconcentrado, de aquellos que te los topas en la calle y, si no eres muy explícito al abordarlos, no se dan cuenta de tu presencia. Son de lo suyo y van a lo suyo, en una especie de ensimismamiento activo, enérgico. Y desde luego el dato no implica que sean descorteses ni malas personas; generalmente es todo lo contrario.

Entre recordando a otro par de tipos, un par de historietas y bromas blancas, de esas en que el “palanqueado” o “columpiado” son tanto quienes las escuchan como quien las formula, inicié, aprovechando que el dueño del negocio había cruzado a comprar pan, una pequeña indagación en la vida íntima del tipo al que no le hablaba desde hace tiempo.

—¿Y, cómo está la señora, los niños?

—¿Qué niños, qué señora?

—Tu familia, pues hombre.

—Pero si soy soltero –y me muestra las manos y sus dedos.

—Ah. ¿Pero estás pololeando?

—No, tampoco.

—Tan cuáticas las minas, supongo, sobre todo las de tu edad.

—Ummmm… Sí, algo así. No he hallado…

—Pero tú tienes apenas 30 años, o por ahí –aventuro.

Pone cara de “dónde la viste”.

—Nooo… Tengo 41.

—Ah, yo te echaba menos. Mira qué huevón, siendo que nos hubicamos desde hace como 15 años y cuando nos conocimos debes haber tenía 25.

—Sí, claro.

Y entonces me pongo de celestino indirecto, aunque siendo yo mismo soltero maduro, ¿y maricón seguro? Ja.

Sigo hablándole.

—Mira, igual yo cuento esta anécdota que me ocurrió con un amigo… Bueno, no sé si amigo, pero el único gil con el que sigo teniendo contacto desde que nos conocimos, el año 82, en el colegio. Este huevón, siendo que él se había casado, concebido tres hijos varones, tampoco tan joven, ¿ah?, porque tenía precisamente como 40 cuando se casó. La cosa es que se separó, la ex mujer lo jodía, y lo jode, con que la plata, con que los niños, con que los quiero dejar en ese colegio, siendo que él no soportaba el colegio, por ser muy progresista, que el ex suegro, que la ex suegra, etcétera. Y entonces durante varios años a este gil le dio por decirme, en general tocándome un hombro: ‘Tú la hiciste bien… ¡Putas que la hiciste bien’ , con lo que quería dar a entender que tenía libertad para hacer y deshacer, para, qué sé yo, meterme con minas, andar de juerga, en fin, jaranear a machamartillo, siendo que, al revés, no he sido muy bueno para el hueveo, al contrario que él, algo cureche, con infinidad de mujeres antes y después de la madre de sus hijos. Y entonces, no hace mucho, ¿ah?, no más de seis años, un día cualquiera en que me repitió la huevaíta de que yo lo había hecho bien, me cayó la teja y le espeté, mirándolo seria y directamente a los ojos, en el entendido de que aunque yo no soy padre, era hijo, uno entre seis hermanos de un matrimonio que no se separó, como de hecho le sucedía a él, hijo de un matrimonio con cuatro hijos, él el mayor, padres que siguen juntos hasta hoy día, ambos con más de ochenta años. Bueno, que le dije: “¡Mira, huevón, haber si te enteras de una vez por todas que lo más entretenido, ¿entiendes?, ¡LO MÁS ENTRETENIDO QUE HAS HECHO EN TU VIDA!, aunque implique sacrificios, trabajar como chino para ganar plata, desvelarte; lo único bueno que has hecho en tu puta vida es meterte a padre y andar para arriiba y para abajo con tus cabros chicos! ¿¿O no!!”.

Me quedó mirando como diciéndome lo mismo que ese amigo antiguo al que le espeté esa comprensión de las cosas hace alrededor de seis años. “Tienes razón”.

¡¡Pero claro que tengo la razón, porque, repito, a mí, en humilde, no me la gana nadie!! ¡¡Nadie!!

Ilustre Hueveta, marzo de 2025.


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Plinio de Lira Sin Mella

Contra-Revolucionario, anticomunista, antiliberal, anti 1789