
El anuncio de que Estados Unidos está evaluando aplicar aranceles al cobre importado tiene a La Moneda con los pelos de punta. La medida, impulsada por el gobierno de Donald Trump, busca favorecer la producción local de este metal estratégico, pero podría pegarle duro a Chile, el mayor exportador de cobre del mundo. Y como era de esperarse, el gobierno de Boric parece más perdido que el Teniente Bello en esta negociación clave.
Un problema anunciado, pero ignorado
Desde que Trump retomó la Casa Blanca, dejó claro que su política comercial sería proteccionista. Sin embargo, en vez de prepararse con una estrategia seria, el gobierno chileno siguió en su burbuja ideológica, confiando en que el “multilateralismo” y la “diplomacia progresista” serían suficientes para capear el temporal. Ahora, con la amenaza de aranceles en el horizonte, la Cancillería simplemente ha dicho que está “monitoreando” la situación, como si eso solucionara algo.
Los expertos llevan meses advirtiendo que Chile debía adelantarse y negociar directamente con la administración de Trump, aprovechando la relación comercial histórica entre ambos países. Pero no, el gobierno prefirió gastar su tiempo en discursos sobre el “extractivismo” y la “diversificación productiva”, dejando de lado lo urgente: asegurar condiciones favorables para la exportación de cobre, que representa cerca del 50% de nuestras ventas al exterior.
La falta de liderazgo en La Moneda
El gran problema es que Boric y su equipo simplemente no tienen el peso político ni la capacidad para negociar con un líder como Trump. Mientras otros países han sabido adaptarse y buscar acuerdos bilaterales, Chile sigue atrapado en discursos ideológicos que no sirven de nada en una mesa de negociaciones.
El gobierno podría haber buscado una negociación directa con Washington, usando la ventaja de que Chile no solo exporta cobre, sino que es un socio estratégico en la región. Sin embargo, su postura ha sido de mera reacción, como si estuvieran esperando a que la tormenta pase sola.
Un golpe a la economía que nadie quiso prevenir
Si Estados Unidos finalmente impone los aranceles, el golpe para Chile será duro. El cobre refinado que se vende al mercado estadounidense representa una parte importante de las exportaciones mineras y, si el precio cae o la demanda baja, eso se traducirá en menos ingresos para el país, menor inversión en el sector y, en consecuencia, pérdida de empleos.
Lo más grave es que esta situación era perfectamente evitable si el gobierno hubiera actuado con anticipación. Pero en vez de priorizar el interés del país, La Moneda ha preferido seguir su línea de política exterior basada en gestos simbólicos y reuniones con aliados ideológicos que poco y nada pueden hacer para ayudar a Chile en esta crisis.
Mientras el gobierno “monitorea”, los trabajadores mineros y la economía chilena se acercan a una tormenta de la que será difícil salir. Y todo por la incapacidad de una administración que no supo (o no quiso) hacer lo que correspondía: defender los intereses del país con inteligencia y pragmatismo.