
El liderazgo de Evo Morales, expresidente de Bolivia y figura emblemática del Movimiento al Socialismo (MAS), enfrenta su peor crisis. A las divisiones internas del partido oficialista se suman las graves acusaciones de pedofilia y trata de personas que pesan sobre él, generando un cóctel explosivo que amenaza con dinamitar el futuro político del MAS y el legado de Morales.
Andrónico Rodríguez y el cambio generacional
En el Día del Estado Plurinacional, Andrónico Rodríguez, presidente del Senado y considerado el “delfín” de Morales, avivó la discusión sobre el relevo generacional dentro del MAS. “Hermano Evo, debe sentirse orgulloso y no celoso de los jóvenes que siguen sus pasos”, afirmó Rodríguez, señalando la necesidad de un cambio de liderazgo. La respuesta de Morales fue inmediata, rechazando cualquier intento de desgaste de su figura e insistiendo en que él sigue siendo el único candidato definido por las federaciones cocaleras.
Rodríguez, con 36 años y un liderazgo emergente, representa la renovación generacional dentro del MAS. Su figura se ha consolidado tras ocupar puestos clave en las federaciones cocaleras y, más recientemente, en el Senado. Sin embargo, sus declaraciones marcan un punto de inflexión en su relación con Morales, alimentando rumores de distanciamiento y abriendo el debate sobre el futuro del partido.
Divisiones internas y el debilitamiento del MAS
El MAS, que durante dos décadas se posicionó como el partido más fuerte de Bolivia, se encuentra al borde del colapso. Las pugnas entre Morales y el presidente Luis Arce, su antiguo aliado, han fracturado al movimiento. Arce y Morales rompieron relaciones en 2021 por diferencias ideológicas y estratégicas, lo que derivó en un enfrentamiento público que expuso las fisuras del partido.
La tensión se agrava por la incapacidad del MAS de permitir un relevo generacional efectivo. Aunque se han formado cuadros juveniles y se promueven liderazgos emergentes, las élites partidarias han blindado sus posiciones, obstaculizando cualquier intento de renovación democrática.
Las graves acusaciones de pedófilia que hunden a Evo Morales
Paralelamente, Morales enfrenta graves acusaciones judiciales. La más contundente es un caso de trata de personas agravada, vinculado a una presunta relación con una menor de edad que resultó en un embarazo en 2016, cuando Morales era presidente. Según la Fiscalía, Morales habría tenido una hija con la víctima, quien tenía 15 años al momento de los hechos. La existencia de una partida de nacimiento y otras pruebas documentales complican aún más su situación legal.
Además, el expresidente ha sido declarado en rebeldía tras faltar a dos audiencias judiciales clave. Un video viral en el que Morales aparece bailando con influencers argentinos kirchneristas fue presentado como evidencia de que no estaba incapacitado para asistir a las audiencias, como argumentaba su defensa.
El presidente Luis Arce, por su parte, confesó recientemente que las acusaciones contra Morales eran un “secreto a voces” durante su gestión. Esta declaración desató una ola de críticas hacia el mandatario y otros miembros del MAS, acusados de complicidad por callar durante años.
Un futuro incierto para el MAS
La crisis que atraviesa Morales no solo afecta su imagen personal, sino que amenaza con destruir el movimiento que él mismo construyó. Analistas señalan que el MAS se enfrenta a una encrucijada: permitir una renovación generacional que relegue a Morales o arriesgarse a una implosión que lo deje sin capacidad de competir en las próximas elecciones presidenciales.
Mientras tanto, la Justicia avanza en las investigaciones contra Morales, quien enfrenta restricciones legales, órdenes de aprehensión y un creciente rechazo público. El futuro de Evo Morales y del MAS parece depender de un delicado equilibrio entre las ambiciones de poder de sus líderes y la capacidad del movimiento para adaptarse a las nuevas demandas políticas y sociales de Bolivia.