La crónica de los movimientos que se opusieron a las primeras revoluciones.

No podemos definir contrarrevolución sin tratar primero su antónimo antagónico en cuestión; citando a Sebastián Izquierdo en su libro La contrarrevolución en el siglo XXI “la revolución es un fenómeno, un movimiento de toda la humanidad que se aleja progresivamente de Dios” una noción algo heterodoxa académicamente hablando, pero que es útil a la hora de tratar este tema en cuestión. Vivimos en la postmodernidad, el cúlmine de la visión humanista encaminada hacia el progreso de Montesquieu con su para nada sutil teoría racial y cómo olvidar el respeto de la dignidad humana, a no ser que seas católico porque a ese tal John Locke no lo lee nadie y usted señor lector no lo haga porque sorpresas no encontrará. Ciertamente lo que vivimos, citando el título de una buena novela, es el resultado de una serie de revoluciones que están concadenadas entre sí, no hay una revolución bolchevique sin una francesa y a su vez esta no existe sin el protestantismo. Por esta misma razón, si queremos oponernos a la deriva maligna e insoportable a tomar por el sistema, es que debemos de estudiar sobre lo hecho por aquellos primeros movimientos que se opusieron a los liberales ¿Qué era lo que proponían? Y ¿Qué es lo que podemos aprender de aquellos para el futuro? He aquí esta lista.
I. Los jacobitas.

Nos enmarcamos en el contexto de la madre de todas las revoluciones; La reforma protestante: Habían pasado 17 años desde que Lutero publicó sus noventa y cinco tesis sembrando el caos en Europa, uno de estos infortunios se da en la Inglaterra de Henry VIII quien luego de negársele el divorcio con Catalina de Aragón y bajo la amenaza de Ana Bolena, acaba generando un cisma con Roma en 1534. Esto no fue nada nuevo para el pueblo inglés quién hacía un siglo habían sufrido el cisma de Avignon, pero no contaban con la astucia de las recién formadas sectas protestantes.
En este contexto surge el puritanismo, un movimiento teológico muy comprometido con la revolución protestante y cuyos fines eran alejarse lo máximo posible de la iglesia católica. Las consecuencias del cisma de Henry fue un gran conflicto entre este grupo y los católicos, siendo estos últimos quienes comenzaron a sufrir la persecución y matanza de los monarcas protestantes que le sucedieron, destacando mártires como Santo Tomás Moro (7 de febrero 1478 al 6 de julio 1535).
Este conflicto tocaría su cúlmine con la llegada de la casa de los Estuardo, cuando en 1685 llega Jacobo II de Inglaterra al trono, un monarca de iure protestante pero de facto católico, algo escandaloso para los más comprometidos puritanos quienes al ver dos años después de su coronación que este promulga la libertad religiosa para acabar con la persecución de los católicos, mediante el congreso puritano, declaran a Guillermo de Orange, un puritano como monarca y se rebelan. Aquí es donde aparecen las figuras claves del liberalismo como John Locke.
Luego de este para nada largo resumen, es que vamos a los que nos compete.
Aquí aparecen los jacobitas, aquellos quienes dieron respuesta a la revolución de los puritanos.
“Jacobitas” era el nombre que recibían los partidarios del Rey Jacobo II en detrimento del parlamento. En cuanto a la composición del movimiento, este no era exclusivamente dominado por católicos y de hecho en sus filas marchaban aquellas denominaciones protestantes que les parecía muy radical el puritanismo, en cuando ideología es muy temprano para hablar de estas, recordemos que en estos tiempos John Locke y sus vástagos estaban comenzando sus escritos junto a sus novios franceses, pero de igual manera podemos decir que aquel lema aglutinante era la oposición al puritanismo protestante como un nuevo orden que levantaría la autonomía del parlamento, algo que sigue hasta nuestros días en la isla de Albión.
Volviendo con la historia, el parlamento con Guillermo de Orange a la cabeza gana la guerra en 1689 y con el exilio de Jacobo II llegan una serie de levantamientos, las denominadas “guerras jacobitas” que tomaron lugar en 1689, 1708, 1715 y 1745; aquí surge la pregunta ¿por qué perdieron?
¿Por qué fueron derrotados?
Los motivos de que la contrarrevolución jacobita no tuviese éxito se encuentran en una serie de hechos enmarañados entre sí que podemos resumir en la irrelevancia política que tomó el movimiento en unos años. Como ya se mencionó, no hubo una gran causa jacobita que reivindicara algo más allá de la sucesión de un monarca y un viejo orden ya tocado por la revolución, tomando el caso del “casus bellis” del parlamento, la libertad de culto. Este es un movimiento de un hecho contingente pero sin mucho contenido por detrás, es una reacción más que contrarrevolución; y ese es el motivo aun pudiendo haber triunfado en la guerras y descartando todo posible fallo militar, que ver tiene mucho pero cuyas soluciones escapan de mi conocimiento y entendimiento.
II. Los carlistas:

Nos trasladamos a las Españas de las post-guerras napoleónicas
Nos encontramos en el año 1830, lo que solía ser el imperio más grande visto por la humanidad quedó reducido a la península ibérica y a unos cuantos dominios de ultramar (Cuba, Filipinas, etc), en un país sufriente de las consecuencias de la guerra, el embate de la masonería con sus ideales ilustrados y un conflicto entre las cortes de Cádiz y el Rey.
En el contexto de una corte influida por liberalismo se cría la infanta Isabel, futura monarca de España y aquí es donde juega un rol clave doña Cristina, su madre. No sabemos si la presión hacia su marido para cambiar las leyes sucesorias se dieron por la pretensión de que su hija gobierne las Españas, si fueron por sus posibles ideales liberales, la influencia de sus colegas o una mezcla de todos. Lo que es seguro es que tuvo éxito porque Fernando VII cae enfermo y anticipándose a su muerte cambia las leyes de cortes en cuanto a sucesión de manera que sea su hija la siguiente gobernante y no su hermano Carlos.
El pusilánime monarca antes de morir y arrepentido de haber abolido la ley de cortes de su abuelo Felipe V, se retracta en el codicilio del 8 de septiembre de 1832, mas el daño ya estaba hecho, bastó con la destrucción en fuego del documento, una coincidencia conveniente para los masones que lo quemaron para evitar su certificación, de manera que la decisión no fuera revocada una vez muerto Fernando VII. Su defunción llega en 1833, los liberales se apresuran y coronan a Isabel como reina, mas Carlos María Isidro de Borbón, el pretendiente al trono no se quedaría de brazos cruzados de manera que, desde Portugal hace su llamado a las armas:
“Yo D. Carlos María Isidro de Borbón y de Borbón, infante de España, hallándome convencido de los derechos de España que me asisten a la corona de España siempre que V. M. (Fernando VII) no deje hijo varón, digo: Que mi consciencia y mi honor no me permiten jurar ni reconocer otros derechos y así lo declaro”
-Declaración de Carlos María de Borbón extraído del catecismo tradicionalista de las juventudes carlistas.
Y con el levantamiento de Tomás de Zumalacárregui, quién instituye el uso de la boina roja entre las tropas se da comienzo a una seguidilla de tres levantamientos carlistas, cuyos impactos llegan hasta nuestros días.
Su derrota y las lecciones que podemos sacar:
La derrota de los carlistas se da en un entramado que involucra desde traiciones hasta la intervención extranjera movida por la masonería confluyendo en las derrotas militares propias de los tecnicismos bélicos que como autor insto a estudiar. El carlismo destaca porque es el mejor ejemplo de un movimiento contrarrevolucionario porque a pesar de haber perdido las guerras, lograron sistematizar un cuerpo de ideas que logra transcender al mero conflicto dinástico, he aquí su diferencia con los jacobitas y el por qué ha logrado trascender. A día de hoy el movimiento carlista está totalmente definido en el Dios, patria y Rey, cuentan con una estética propia, aunque su escena artística no cuenta con la misma suerte
Quienes estamos en el bando contrarrevolucionario y aunque no simpaticemos con los cahuines dinásticos al otro lado del océano, es un buen punto de partida para volver a la raíz del problema.
III El movimiento sanfendista
Cerramos este extenso artículo con un movimiento olvidado, el sanfendismo:

Si realizamos una búsqueda rápida por internet, rápidamente encontraremos el término “movimiento contrarrevolucionario”, desde la wikipedia hasta aquellos artículos más serios, surge con la caída de los Estados Italianos frente a la bestia francesa en 1799.
Cuando los jacobinos se instalan en lo que solía ser el Reyno de las dos Sicilias e instalan su republiqueta, comienzan con las mismas sucias costumbres importadas desde su natal Francia, el saqueo, asesinatos, imposición de impuestos y un servicio militar obligatorio, siendo las consecuencias por no obedecer, las mismas que en las atrocidades acontecidas en La Vendée. Empezaron las masacres a la población, así que en la primavera del mismo año el cardenal Fabrizzio Ruffo constituye un ejército para acabar con la orgía jacobina.
“Armata Cristiana e Reale della Santa Fede in Nostro Signore Gesù Cristo” Es fundada tomando a la cabeza al exiliado Rey Fernando II de las dos Sicilias.
Es así como comenzaron a operar en Italia y con la caída de los Estados Pontificios, la lucha se agravó mucho más.
Finalmente podemos decir que fueron exitosos con la derrota de napoleón en 1814, la retirada de sus tropas y restauración de las monarquías europeas. Hubo un pequeño resurgimiento luego de la toma de Garibaldi de Roma y unificación italiana, pero estas son solo un pequeño recuerdo del fenómeno de los Pincheira en Chile.
Legado:
El legado del sanferdismo es difícil de determinar, debido al poco material disponible en la lengua española, otro estudio de caso abierto para el lector que tenga el tiempo y paciencia de traducir el material de este olvidado movimiento, algo de mucho valor para definir la estructura de los movimientos contrarrevolucionarios, un ejemplo:

La estampa compuesta por algún anónimo del movimiento se pueden apreciar elementos contrarrevolucionarios, la unión del trono con el altar con la presencia del monarca Fernando II, el predominio de nuestro Señor Jesucristo y la Comunión de los Santos, una tradición católica y la causa del movimiento, la oposición contra el jacobinismo.
Ciertamente, cada uno de estos movimientos son fascinantes en sus respectivos contextos históricos, su oposición a las revoluciones en sus orígenes desmontando el relato romántico y leyenda rosa del liberalismo que subvirtió un sistema e impuso uno muy alejado de nuestra naturaleza, esos son los frutos de la revolución, Kant y Popper, el desamparo, la pérdida del rumbo. Excuso a mi cansancio el hecho de no poner los casos de La Vendée y los cristeros, ríos de agua cuyos caudales de información son tan abrumadores que prefiero tratar en otros artículos, hasta entonces esperemos que su autor se ponga las pilas y escriba más o alguno de ustedes aporte a este debate abierto, este es un movimiento que se da en pocos momentos y del cual puedes ser parte; recuperemos aquella tradición que nos fue arrebatada ¡abajo el gobierno de Satanás!
¡Viva Cristo Rey!