por el politólogo Gian C. De Biase.
El padre de la mentira ha apadrinado celosamente su hijo, ese bastardo que conocemos como democracia. La democracia, como bien nos dice Santo Tomás de Aquino, es la versión degenerada del gobierno político o República, donde la muchedumbre se hace tirano y tiende naturalmente a abrir las puertas al gobierno de un solo perverso.
Esta democracia, ha sido acompañada las otras dos formas degeneradas o viciosas de gobierno, que el mismo Doctor Angélico clasifica como oligarquía, dígase del gobierno en manos de unos pocos perversos y la tiranía, mencionada anteriormente.
El sistema moderno (llámese hereje protestante, liberal, marxista, etc.) no puede ser de otra forma, no puede estar en consonancia con la virtud y debe tender a separarse de todo lo que acerca a la eternidad. De ahí que la monarquía sea pecado, la aristocracia privilegio y la República (gobierno de la ley) un absurdo.
Se debe considerar que todo lo que tiende a ser malo, desea siempre ponerse el disfraz de virtuoso. He aquí dilema del fariseo, por esa razón es que Nuestro Señor Jesucristo se refiere a ellos como “sepulcros blanqueados”. Los fariseos no rechazaban la religión, tampoco la descuidaban, su error residía en su exageración y manipulación de las reglas pertenecientes a la fe.
Esto dicho, podemos asumir que el fariseísmo, así como destruyó al pueblo judío y lo llevó a cometer deicidio, ha llevado a la sociedad cristiana (entiéndase cristiana, como católica, pues no puede una separarse de la otra) ha acometer el mayor suicidio que se puede presenciar en los últimos 2000 años de historia.
Entrando en la realidad que nos compete, que es lo que ocurre actualmente, la crisis desatada por el Vaticano II y en consecuencia la apostasía de todos los países que en otrora fueron católicos, son un gran ejemplo de este fariseísmo.
Venezuela vive las horas más oscuras desde la guerra civil y secesión que tuvieron de la Madre Patria, donde un tirano marxista se sienta en la presidencia siendo el azote de Dios, como anteriormente lo hizo Simón Bolívar “El Inhumano”. Ni hablar del pobre pueblo cubano, donde Raúl “La China” Castro sigue controlando no solo Cuba, también Venezuela, con sus decrépitas manos.
Y si nos cambiamos de latitud, mucho más al norte del continente, no es grande la diferencia que se vive en Chile, donde hace años que el sistema de la concertación se agotó y desea derivar en otro sistema tiránico marxista, con el apoyo de la oligarquía.
Hace años atrás los chilenos votaron por Sebastián Piñera, siendo este “la oposición” al proyecto de Michelle Bachelet. Las acciones de los años de Piñera hablan por sí solas, entregó el país al terrorismo marxista, sin inmutarse y creyendo que era el gran salvador del país.
En esa tremenda crisis del 2019, que involucró terrorismo marxista y luego la mentira del virus chino, se vio Chile en una situación tenebrosa. Siendo luego el pueblo arrastrado varias veces a las urnas, para cambiar la constitución del general Augusto Pinochet.
Esos dos llamados a refundar el Estado, uno por la izquierda dura marxista y el otro por la izquierda blanda o liberal, representados en José Antonio Kast, terminaron en un estruendoso fracaso, donde los chilenos prefirieron dos veces, la constitución pinochetista, a los desvaríos de unos politiqueros sedientos de gloria.
Hoy Chile se aproxima nuevamente a las urnas, con José Antonio Kast (también conocido como el Kastrado, la dama Kast o el faricuico) siendo el candidato eterno que, al desprenderse de su discurso populista oportunista, demostró que era el más rancio de los fariseos, cediendo al globalismo satanista en toda su supuesta agenda constitucional.
Nuevamente, así como Piñera y Kast, se presenta Johannes Kaiser, que un tono populista, parece que quisiera captar las demandas de la chilenidad, nómbrese: controlar inmigración ilegal desbordada, acabar con el crimen y el narcotráfico organizado por nacionales y extranjeros, la destrucción del terrorismo marxista en la Araucanía, el arreglar el desastre económico, castigar a los políticos corruptos, etc.
En tiempo de elecciones es fácil hablar de estas cosas, todos los políticos lo hacen, y tal vez en esto, algunos son más exitosos que otros. La realidad nos demuestra que una cosa es lo que se piensa, otra lo que se dice y otra lo que se hace. No podemos juzgar corazones, pero sí podemos juzgar palabras y acciones.
Kaiser tiene algunos años hablando de estas cosas, no tan en profundidad, pero al menos lo ha dicho. Este sujeto pasó de ser un youtuber que no mostraba su persona por vanidad, a ser una de las principales figuras de la política chilena, donde diferentes sectores ideológicos, como libertarios (donde supuestamente él se suscribe), liberales y hasta católicos tradicionalistas parecen querer confluir.
Pero como dice el refrán popular “cara vemos, corazones no sabemos”, y también, “por sus frutos los conoceréis”, es prudente decir que todo político embriagado por el vino electoral en su sed de poder, gloria y dinero, dirá lo que el pueblo quiere escuchar, para finalmente sucumbir ante el ídolo de la democracia.
Ya pasó con Piñera, ya pasó con Kast ¿Y pasará de nuevo con Kaiser? Todo apunta a que sí, pues no hay diferencia entre estos tres liberales, que son idólatras de la modernidad ¿Por qué? Porque no tienen moral, no practican virtudes, no creen en Dios, y todo aquel que sacrifica a los ídolos, le sacrifica al Diablo mismo.
No se engañen, ni se dejen engañar. La única solución enderezar nuestros países vendrá de la espada y de la Eucaristía, esto es, de la hispanidad y la fe católica, el único camino patriota y agradable al Señor. De lo contrario, seguiremos experimentando proyectos de los fracasados modernistas, que nada parecen arreglar y que todo tienden a destruir.
Piñera, Kast y Kaiser son las viudas del fracasado modernismo.