Un problema que desde 1990 ha causado serios problemas en las islas británicas es el de los bandas pedófilas musulmanas, conocidas en la isla como “grooming gangs“. Este problema ha sido negado y ocultado por las instituciones públicas de forma permanente y contínua, lo que incluye el despido de decenas de funcionarios que han hablado del tema y el encarcelamiento de activistas como Tommy Robinson, quien se encuentra sirviendo una vez más una condena penal de prisión efectiva – y han sido varias- por denunciar los casos de este tipo. A esta gran lista que abarca 35 años de encubrimiento público de los casos relacionados con las grooming gangs, se suma ahora la negativa del parlamento para llevar adelante una investigación nacional al respecto.
El pasado miércoles 8 de enero el parlamento británico rechazó una enmienda de ley, propuesta por el Partido Conservador de Reino Unido, mediante la cual se hubiera abierto una investigación a nivel nacional en Reino Unido sobre múltiples casos de bandas que seducen a menores con tal de abusarlos sexualmente.
La enmienda de los “Tories”(Partido Conservador) fue rechazada por los diputados en la Cámara de los Comunes (baja) Británica, mediante una votación de 364 votos en contra, frente a 111 votos a favor.
La reforma era parte del “Proyecto de ley de Bienestar Infantil y Escuelas”; siendo, supuestamente, el motivo de su rechazo que, de haber sido aprobada, hubiera entorpecido que el susodicho proyecto de ley, destinado a la protección de menores, pudiese avanzar.

Horas antes de la votación hubo una sesión de control al primer Ministro británico, Keir Starmer, donde la líder de la oposición y del Partido Conservador, Kemi Badenoch, aseguro y expuso que, de no respaldar la investigación, que pondría a la luz si existe una motivación racial o cultural tras los abusos, podría interpretarse como un intento de encubrimiento del Gobierno.

El escándalo sobre abusos sexuales a menores terminó de estallar e inundar a la sociedad británica cuando el magnate tecnológico Elon Musk señaló a Starmer como “cómplice” del fracaso de las autoridades por proteger a las víctimas y procesar a los abusadores cuando fue director de la Fiscalía entre 2008 y 2013.
Musk, también, calificó de «apologista del genocidio de la violación» a la viceministra para la Protección de Mujeres y Niñas, Jess Phillips, A través de su red social X, tras que esta rechazara la petición del Ayuntamiento de Oldham para una investigación gubernamental sobre las bandas de seducción históricas en la ciudad.
El líder de extrema izquierda y cabecilla del partido laborista, intentó defenderse y desviar la atención de las acusaciones de Musk calificado sus señalamientos de “mentiras, desinformación y lanzamiento de fango” que no ayudan a las víctimas de abuso sexual y excuso la decisión de no realizar una investigación nacional competente sobre los casos en que en que hay que tomar medidas “ahora”, mientras que los resultados de la pesquisa podrían demorarse.
Elon Musk, además, destacó la fuerte cesura que vive Reino Unido con respecto a estos casos, cuestión que nos remite al caso del periodista ya mencionado, Tommy Robinson, quien fue encarcelado injustamente y amenazado por la justicia británica, en más de una ocasión, por denunciar a grupos musulmanes que se dedicaban a la seducción de menores.

Ante las acusaciones anteriores el primer ministro Británico decidió victimizarse, afirmando que no hay un interés real por parte de Elon Musk y Tommy Robinson por ayudar a las víctimas, y que su único objetivo es esparcir mentiras y supuesta “violencia”.
Estos acontecimientos exponen la decadencia que están viviendo las democracias europeas, sobre todo en una situación mundial donde sistemas que no tienen nada que ver con la democracia están llevando al éxito a sus países, no solo en un sentido económico, sino también en términos de seguridad y otros aspectos de bienestar social. Con economías y seguridad cada vez más débiles, es cuestión de tiempo para que la gente se comience a preguntar a quienes están sirviendo los políticos europeos, si al pueblo o a una minoría privilegiada, que prefiere encubrir violadores antes que defender a las víctimas, por miedo a ser señalados por una supuesta “discriminación étnica o racial”.