Una buena amiga (que prefiere mantener su identidad en anonimato), me envía esto por guasap:

Para nadie es indiferente el estallido fecal que se vivió en Chile a partir del 18 de Octubre de 2019 – a esta altura ya sabemos que fue orquestado y siniestramente planificado por ciertas personas y grupos – sin embargo, el terreno estaba listo para el incendio más devastador, era cosa de salpicar tan solo gotitas de bencina (que es lo que los aludidos perversa y satánicamente hicieron) y se preguntará usted:
¿Por qué estaba preparado el terreno en un Chile que “parecía” tan próspero, seguro, “en vías de desarrollo? Porque Chile es un país asquerosamente arribista, un país que pretende ser un reflejo de Los Ángeles California o de New York y los vicios y atrocidades que se cometen en esas localidades ya hemos visto como se han ganado la ira de Dios.
Chile es un país dominado por profesionales PUC, abogados, ingenieros, médicos ostentado cargos en las más altas esferas del país solo por haberse “formado” en una casa de estudios cuyo nombre demuestra “clase alta, poder económico, buenos apellidos”.
Pero, eso ¿Qué relevancia tiene a la hora de ser piezas fundamentales en el rompecabezas de un país? NINGUNA. Al contrario, toman grandes decisiones personas que en su mayoría viven y han vivido toda su vida absolutamente desconectados de la realidad (no tienen calle), gente para la cual ir al centro de Santiago es como para la normalidad del ser humano, ir a meterse a la Amazonía del Perú.
En la putrefacta clase política tenemos ejemplos perfectos de ese tipo de “profesional” o antiProfesional que describo: Guillermo Ramírez, Diego Schalper, el mismísimo José Antonio Kast que ingenuamente pretendió ser presidente, debiera enterarse a esta altura que la traición pasa la cuenta, pero claro, la ambición de los políticos les nubla la razón.
Con gente de ese perfil liderando puestos en este país e incluso, votando leyes en el Congreso ¿Qué podría salir mal? ¿Acaso las miradas hacia abajo, el constante tuteo con un tono de voz fingido e instaurado en ciertas “elites” no iba generando ese terreno tan idóneo para el incendio más devastador?
Y si le sumamos que esos profesionales tan sobrevalorados a los que aludimos, debían caracterizarse, como su propia casa de estudios lo indica en su nombre, por defender valores católicos y se han transformado en peones útiles al progresismo globalista, insisto ¿Qué podría salir mal? Juzgue usted mismo.
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