Creadores de contenido argentinos viajaron a Venezuela para respaldar al gobierno de Nicolás Maduro, generando un debate sobre ética y propaganda.
En los últimos días, una serie de influencers argentinos han captado la atención de las redes sociales y medios de comunicación por su viaje a Venezuela, donde han mostrado un apoyo explícito al régimen de Nicolás Maduro. Este acto ha desatado una ola de críticas y controversias tanto en Argentina como en el ámbito internacional, cuestionando la responsabilidad y el impacto de los creadores de contenido en la esfera política.

Entre los nombres más destacados se encuentra “Michelo”, conocido en TikTok por su contenido peronista y su amplia audiencia. Michelo, cuyo verdadero nombre es Diego Suárez, ha sido visto participando en actos políticos en Caracas, incluso recibiendo elogios directos del propio Maduro. El presidente venezolano ha destacado a Suárez como un defensor de “ideas alternativas y humanistas”, lo que sin duda ha levantado sospechas sobre la verdadera naturaleza de estos viajes y el apoyo que se muestra hacia un gobierno internacionalmente cuestionado por sus prácticas autoritarias y las acusaciones de fraude en elecciones recientes.
El debate se intensifica cuando se considera que estos influencers podrían estar recibiendo algún tipo de compensación por su apoyo público. Fuentes en redes sociales y medios han especulado sobre quién financia estos viajes, sugiriendo que podría ser el mismo régimen de Maduro interesado en mejorar su imagen ante la comunidad internacional y, en particular, entre los países vecinos como Argentina. Sin embargo, hasta ahora, no hay pruebas concretas de tales acuerdos financieros, pero la controversia se mantiene viva en las conversaciones digitales.
Juan Doe, un twittero libertario que recientemente fue ascendido a director de Comunicación Digital por Karina Milei, ha sido particularmente crítico. Doe ha comparado la táctica de propaganda de Maduro con la de Stalin, sugiriendo un retroceso a métodos de control de la narrativa que se creían superados. “Es increíble cómo Maduro usa la misma táctica de propaganda que Stalin hace 80 años”, afirmó Doe en una publicación en X, cuestionando la integridad de aquellos que se dejan instrumentalizar para tales fines.
La comunidad en línea ha mostrado un amplio espectro de reacciones. Por un lado, hay quienes ven estos viajes como una traición a los valores democráticos y una forma de blanquear a un régimen que ha sido denunciado por violaciones de derechos humanos. Por otro lado, defensores de los influencers argumentan que es una expresión de libertad de expresión y que cada persona tiene derecho a apoyar las causas que considere justas.
El impacto de estos influencers en la percepción pública es significativo, dada su capacidad para moldear opiniones a través de plataformas con alcance global. Sin embargo, esta situación también plantea preguntas sobre la responsabilidad ética de los creadores de contenido cuando se adentran en la arena política, especialmente en contextos donde la información es controlada y manipulada.
Aparentemente, a la tiranía venezolana no le alcanzó el dinero para traer a Daniel Matamala nuevamente.