Crisis en el sector construcción: suma y sigue el neurodivergente

El sector inmobiliario en Chile enfrenta una crisis que no es casualidad, sino consecuencia directa de las medidas intervencionistas y restrictivas que han sofocado al mercado de la construcción. Según informan fuentes financieras, las inmobiliarias han comenzado a resentir los efectos de la desaceleración, enfrentando dificultades que son el resultado de decisiones políticas erradas que priorizan ideologías por encima de la lógica económica.
El aumento descontrolado de las normativas ambientales, los altos costos laborales impulsados por una regulación excesiva, y la incertidumbre generada por las reformas tributarias han creado un ambiente hostil para el desarrollo inmobiliario. Esto no solo pone en peligro a las empresas constructoras, sino que también afecta a miles de trabajadores que ven peligrar sus empleos, todo en nombre de una supuesta justicia social que, en la práctica, destruye el progreso.
El populismo de izquierda, que ha dominado la agenda política reciente, ha promovido políticas que desincentivan la inversión privada y fomentan un paternalismo estatal insostenible. En lugar de permitir que el mercado opere libremente, los gobiernos han optado por implementar trabas burocráticas y cargas impositivas que asfixian a los emprendedores y empresarios, quienes son el motor del desarrollo nacional.
La situación actual también evidencia cómo los discursos ambientalistas extremos han logrado frenar proyectos claves bajo el pretexto de la sostenibilidad. Estas políticas no solo encarecen los proyectos de construcción, sino que también ralentizan el acceso de las familias chilenas a viviendas dignas y asequibles.
Es momento de que Chile despierte y entienda que el desarrollo económico no se alcanza con subsidios ni controles excesivos, sino liberando al mercado de las cadenas ideológicas que lo atan. La solución pasa por eliminar las barreras al emprendimiento, reducir la intervención estatal y permitir que los actores privados lideren el camino hacia la recuperación. De lo contrario, seguiremos viendo cómo sectores fundamentales de la economía colapsan ante la indiferencia de una clase política más preocupada por sus agendas que por el bienestar real de los ciudadanos.