por Sr. Gian De Biase, politólogo

Desde que la oposición venezolana desconoció el resultado de la pasada elección presidencial, tildando nuevamente a Maduro de dictador y demostrando el grotesco fraude realizado por la tiranía comunista, empezaron a hablar de un plan para la toma de posesión.
Este no es el primer plan opositor que surge en estos 27 años de chavismo. Se recuerdan entre sus tramas el llamado a la abstención para las elecciones de la Asamblea Constituyente, donde el chavismo obtuvo el poder total. También llamaron a la abstención para la recién creada Asamblea Nacional (Eliminado el Congreso por la Constitución del 99 o la constitución de Chávez), donde, nuevamente, las fuerzas socialistas tuvieron todos los curules.
Idearon otro plan maravilloso, hacia los años 2002 y 2003, decidieron paralizar el país, subiéndose en una ola que empezó por los trabajadores de la petrolera estatal. El país se paralizó, se llamó a grandes marchas y hasta ocurrió lo impensable, pues Hugo Chávez, asustado, renuncia y deja el país escoltado por militares.
Este plan terminó porque Pedro Carmona Estanga, un empresario muy imbuido en el descontento social, se convirtió en el presidente interino, mientras que ningún político de la oposición fue capaz de lograrlo, por lo cual esta misma oposición negoció con los militares el regreso de Chávez. Así culminó el gobierno de los 3 días de Carmona.
Luego que su plan de abstenciones e insurrección popular no funcionó, decidieron volver al carril electoral, en un escenario muy contrario, pues le habían servido en bandeja de plata el poder absoluto a Chávez.
Aquí viene una historia de proceso electorales, donde fracasó Manuel Rosales en su intento de ser presidente, luego Chávez pierde queriendo cambiar la Constitución (Que igualmente la Asamblea Nacional cambia vía leyes), se hace un referéndum para relección indefinida, lo cual la oposición apoya por conveniencia…
Y así, cada proceso electoral, solo legítima y atornilla a la tiranía comunista, mientras la oposición se desacredita a sí misma y se presta para una pobre opereta. Llegamos ya a la cumbre de la oposición, donde todo aglutinados bajo una sola bandera, van a primarias y surge el candidato eterno, conocido como Henrique Capriles Radonski.
Luego de Capriles perder dos veces, una contra Chávez y otra contra Maduro, en esta última elección la oposición canta fraude (ya lo hemos visto anteriormente), pero después de un tiempo, de Capriles llamar constantemente a Maduro “Nicolas”, se presenta ante él y besa su anillo, reconociéndolo como presidente.
Esta historia de fraudes, derrotas y reconocimientos, es lo que nos trae a María Corina Machado, la cual siempre fue una díscola dentro de la oposición, pero hoy muestra su lado más liberal y progresista, pues es condición sine qua non para ser el candidato “opositor”.
Pero Maduro, astutamente, inhabilita la candidatura de María Corina, poniendo en su lugar a Corina, la cual tampoco era del gusto del gobierno, a lo cual finalmente se intenta con Edmundo González Urrutia, traído desde su residencia en España para ser candidato en Venezuela. Candidato aprobado por Maduro y Diosdado Cabello.
¡Y no, señores! No me he olvidado del fracaso de Guaidó y la Asamblea Nacional opositora, tampoco del apoyo internacional que consiguió, de todo el dinero que recibió de la administración de Trump, entre otros países, y como su “plan opositor, siguiendo la tendencia histórica de la oposición oprobiosa, también fracasó.
Observamos que Edmundo, parece sigue la tendencia de Joseph Biden, que no es que haya algo malo en ser anciano y gobernar ¡Al contrario! Deberían ser los más aptos, por su experiencia. Lo que pasa es que la tendencia actual requiere que el político veterano se encuentre senil, tal vez para mejor control de las partes que gobiernan detrás del monigote.
Siguiendo la historia de los planes, Edmundo tiene el suyo (O quien sea que lo controle), donde se iba a presentar y asumir la presidencia en Venezuela. Sabemos que esto no ha ocurrido, que Maduro se ha juramentado y que nunca hubo plan alguno, más allá de viajar por el mundo a expensas de quién sabe quién y reunirse con presidentes.
Difícil de creer que alguien con la energía de un perro viejo podría realizar tan increíble y homérica proeza, solo comparable con “La Araucana” de Ercilla. Nunca ha habido un plan de parte de la oposición venezolana, un plan verdadero de rescate del país, fuera de los logos, como “Hay un camino” de Capriles, o los mantras ridículos como “cese de usurpación, gobierno de transición y elecciones libres” de Guaidó o “lo vamos a lograr” de María Corina.
El único plan que la oposición oprobiosa tiene y mantiene, es el de enriquecerse o ser mantenidos por algún gobierno extranjero, como todos estos políticos que se han exiliado en España. Además de cuidar sus “espacios de poder”, como a ellos les gusta llamarlo, dentro de Venezuela. En estos espacios de oposición controlada, ellos pueden robar y jugar a la política, dentro de las reglas que a Maduro y Cabello le plazcan.
Luego de 27 años de tiranía comunista, socialista, marxista y/o modernista, todo esto es lo mismo, quedan clara dos cosas. La primera es que el gobierno de Maduro, manejado desde Cuba y sostenido por la fuerza, llego para quedarse. La segunda, que la oposición oprobiosa nunca ha tenido, no tiene, ni tendrá plan alguno.
Derrocar a Maduro, implica derrocar a la tiranía cubana, que ha sido el azote de Hispanoamérica desde hace más de 60 años. Este ideal no es posible hasta que exista una alternativa real y viable de un gobierno capaz. La única alternativa que ofrece la oposición venezolana es el fracaso.
La oposición carece de plan, de estructura, de ideas ¡Hasta de alma me atrevería a decir! Su proyecto es igual al fracaso, a regalar el país a intereses extranjeros, a dejar la masonería correr libremente y a permitir a los altos cargos del chavismo vivir impunemente.
¿Libertad para Venezuela? ¡Sí! Pero con venezolanos de honor y de bien, no con esa mal llamada oposición o, mejor dicho, opoficción.