Columna de Sebastián Izquierdo
La nueva izquierda es entendida como todas aquellas posturas nacidas de mayo de 1968 en París. El feminismo, indigenismo, veganismo, globalismo y una crítica a la real importancia de la dialéctica de clases para explicar la opresión; fueron sus principales vertientes. Estas ideas vinieron a revitalizar las alicaídas bases de la socialdemocracia y a radicalizar a nuevos jóvenes con el rupturismo performativo y las pretensiones artísticas de este nuevo movimiento, catalizado principalmente en las calles de Francia y en las grandes ciudades costeras de los Estados Unidos en los años 60.
Hoy ha pasado más de medio siglo de esos fenómenos, y la generación de nuestros padres fue impactada profundamente por esos nuevos cuerpos de ideas, como dice un amigo “si usted nació después de 1950, lo más probables que sea feminista y no lo sepa”. Esta “nueva” izquierda es anticapitalista, no nos confundamos, busca destruir el sistema de producción y consumo en masa que caracteriza a las sociedades más prosperas; pero su estrategia es mucho más perniciosa y perversa que la de comunistas como Jadue.
Allí donde Lenin decía: “se debe aplastar a la burguesía entre las muelas de los impuestos y la inflación”, esta nueva izquierda propone nuevos e invertidos estándares éticos que vuelvan a la burguesía contra si misma, al capital contra si mismo y al ser humano contra su propia naturaleza.
La piezas fundamentales de una sociedad sedentaria son la familia tradicional, la religión y las tradiciones, la propiedad privada emerge solo como un resultado natural de estas piezas. Y esto no es nuevo, ya lo plantearía Engels en su famoso libro “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, pero fue Marcuse el que se hizo la pregunta fundamental: “¿como destruir una sociedad que funciona bien?”.
La nueva izquierda no ataca la propiedad privada, es más astuta, ataca aquellas bases anteriores que dan lugar a la propiedad privada. Así Boric se presenta como amigo de las pymes y defensor de la propiedad, al lado de un Jadue que propone la tesis de Lenin (antes descrita) de inflación (el la llamará “liquidez”) e impuestos. Pero Boric ataca las bases mas profundas de un valor como la propiedad privada, él garantiza una socidad basada en el sexo libre, la no-reproducción, el no-compromiso, el ateísmo, el antiteísmo, eliminación de tradiciones y fronteras, odio a la propia patria, desprecio por la propia historia y rechazo por la propia naturaleza. Con Boric a la cabeza de la izquierda se pasa a un periodo donde el transexualismo y el transhumanismo serán la norma, un mundo carente de estándares absolutos donde el “individuo” lucha por emanciparse de su propio ser, para ser lo que se le dé la gana.
El candidato de la “derecha” (no hay suficientes comillas para expresar lo poco derechista que es nuestra derecha) no esta lejos de lo mismo. Murray Rothbard fundó el movimiento libertario anarquista en los años 70 en los Estados Unidos, esta forma de liberalismo radical plantea un ser humano también “individual”, también “sin naturaleza” y comenzaron sus maniobras políticas uniéndose con la nueva izquierda. Posteriormente Rothbard haría un giro hacia la derecha tradicional americana, desde ese momento los “libertarios” han infiltrado y ocupado parte importante de las posiciones en nuestro sector. La victoria de Sichel representa una victoria filosófica de ese tipo de ideas en los partidos tradicionalmente conocidos como de “derecha”. Con Sichel triunfa la idea de que no hay más que “individuo” y propiedad privada, siendo estos mucho menos agresivos, no tienen ninguna intención de defender a la familia, la natalidad, el compromiso, a Dios, las tradiciones, las fronteras, la patria, la historia o la naturaleza humana.
Estas primarias, el destino del país está claro; seremos un no-país, hasta que cambiemos de rumbo.
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